El estudio fue aprobado por el Consejo Científico, el Comité de Ética del
hospital, y la confidencialidad de los datos se mantuvo mediante la
codificación de las variables, accesibles solo para los investigadores. La
información obtenida no se empleó con otros fines ajenos a la investigación
y se siguieron los principios de la Declaración de Helsinki.
En la tabla 1 se distribuye el total de casos según grupo etario y sexo, con
predominio de los pacientes de 16-18 años (38,6 %). Mientras que el sexo
masculino tuvo mayor representatividad (53,9 %).
Tabla 1. Distribución de pacientes pediátricos atendidos por intoxicación
alimentaria con ciguatoxinas según grupo etario y sexo. Hospital Pediátrico
Docente Provincial “Dr. Eduardo Agramonte Piña”. Enero de 2012 a diciembre
de 2022
La tabla 2 muestra el tipo de pez consumido (especie) y presentación de los
primeros síntomas, con preponderancia del consumo de barracuda (46,2 %) y
gallego (19,3 %). Entretanto en el 80,9 % de los casos, los síntomas
estuvieron presentes en las primeras 12 horas de la ingesta.
Tabla 2. Distribución de pacientes pediátricos atendidos por intoxicación
alimentaria con ciguatoxinas según tipo de pez (especie) consumido y
presentación de los primeros síntomas. Hospital Pediátrico Docente
Provincial “Dr. Eduardo Agramonte Piña”. Enero de 2012 a diciembre de 2022
Tipo de pez consumido
(especies) |
Presentación de los primeros síntomas |
Total |
0-12 horas |
13-24 horas |
No |
% |
No |
% |
No |
% |
|
Barracuda |
9 |
34,7 |
3 |
11,5 |
12 |
46,2 |
|
Gallego |
5 |
19,3 |
0 |
0,0 |
5 |
19,3 |
|
Cubera |
2 |
7,7 |
1 |
3,8 |
3 |
11,5 |
|
Jurel |
2 |
7,7 |
1 |
3,8 |
3 |
11,5 |
|
Cherna |
2 |
7,7 |
0 |
0,0 |
2 |
7,7 |
|
Otros |
1 |
3,8 |
0 |
0,0 |
1 |
3,8 |
|
Total |
21 |
80,9 |
5 |
19,1 |
26 |
100,0 |
|
Los principales signos y síntomas se analizaron. Se obtuvo prevalencia de
parestesia (46,2%) dentro de las manifestaciones neurológicas, bradicardia
en las cardiovasculares (42,3 %) y dolor abdominal incluido en las
gastrointestinales (100,0 %). Tabla 3
Tabla 3. Distribución de pacientes pediátricos atendidos por intoxicación
alimentaria con ciguatoxinas según signos y síntomas clínicos. Hospital
Pediátrico Docente Provincial “Dr. Eduardo Agramonte Piña”. Enero de 2012 a
diciembre de 2022
Signos y síntomas clínicos |
Total |
No |
% |
Neurológicos |
Parestesia |
12 |
46,2 |
Sabor metálico |
9 |
34,6 |
Sensación térmica inversa |
7 |
26,9 |
Miosis |
6 |
23,1 |
Cardiovasculares |
Bradicardia |
11 |
42,3 |
Hipotensión |
5 |
19,2 |
Fatiga |
4 |
15,4 |
Gastrointestinales |
Dolor abdominal |
26 |
100,0 |
Náusea |
24 |
92,3 |
Vómito |
21 |
80,8 |
Diarrea |
20 |
76,9 |
Otros |
Prurito |
16 |
61,5 |
Malestar general |
14 |
53,8 |
Pérdida de la fuerza muscular |
11 |
42,3 |
En la figura 1 se representan los principales factores de riesgo
identificados, con predominio de pacientes que consumieron peces sin
análisis sanitario previo (100,0 %). Seguido por los que consumieron
especies de gran tamaño (88,5 %) y los que lo hicieron de manera frecuente
(53,8 %).
Figura 1. Distribución de pacientes pediátricos atendidos por intoxicación
alimentaria con ciguatoxinas según factores de riesgo identificados.
Hospital Pediátrico Docente Provincial “Dr. Eduardo Agramonte Piña”. Enero
de 2012 a diciembre de 2022
En el tratamiento recibido, el manitol se indicó en el 61,5 % de los casos,
en el 50,0 % se administraron analgésicos y el 38,5 % requirió de
antieméticos. El tratamiento con vitaminas y antihistamínicos se indicó en
el 34,6% y los esteroides en el 19% de los pacientes pediátricos atendidos
por intoxicación alimentaria con ciguatoxinas.
DISCUSIÓN
La intoxicación por ciguatoxinas esta enfermedad es frecuente en las áreas
tropicales del mundo y, en particular, dentro del Mar Caribe donde se
encuentra Cuba. Al consumir alimentos marinos (peces y mariscos), se está en
riesgo de sufrir este tipo de intoxicación. (6,7,8)
En un estudio llevado a cabo por Friedman et al. (5), obtuvieron
superioridad de pacientes pediátricos entre los 14-18 años, del sexo
masculino, resultados con los que existe cierta similitud. Esto puede estar
determinado por el cuidado más estricto que se tiene con los niños más
pequeños en cuanto a la alimentación.
Los autores de la presente investigación coinciden con las autoridades
puertorriqueñas, quienes aconsejan evitar comer pescados de mayor tamaño.
Cuanto más grandes estén en la cadena alimentaria mayor concentración de
ciguatoxina presentan y por ende más considerable es la posibilidad de
intoxicación. (9)
Aunque los síntomas de la ciguatera varían según el individuo, de forma
general se presentan entre las dos y las 20 horas después de haber ingerido
el pescado. Estas manifestaciones clínicas pueden durar desde pocos días
hasta meses. (9,10)
Celis y Mancera, (11) hacen referencia a los síntomas gastrointestinales en
los que se nombran los siguientes: diarrea, dolores abdominales, náuseas y
vómitos. Los cardiovasculares incluyen pulso lento, irregular o acelerado,
reducción de la tensión arterial. Los neurológicos están dados por
escalofríos, sensación inversa de la temperatura (disestesia), parestesia.
Los hallazgos de los autores están en correspondencia a lo referido por los
investigadores mencionados con anterioridad.
En la actualidad, el diagnóstico de la intoxicación por ciguatera es
clínico, basándose en la asociación de al menos un síntoma neurológico junto
con otros síntomas típicos (diarrea, vómitos, hipotensión) tras la ingestión
de pescado. El tratamiento se centra en el soporte cardiovascular con
líquidos intravenosos, corrección del desequilibrio ácido base. (12,13)
Para prevenir la recurrencia se recomienda mantener una adecuada
hidratación, dieta sin cafeína, semillas, consumo de pescados o mariscos por
los siguientes 3-6 meses. La prevención consiste en el consumo de peces
pequeños, no se recomienda consumir peces que provengan de aguas profundas
cercanas a arrecifes, tener higiene al momento de preparar los alimentos,
evitar el consumo de vísceras de pescado y gónadas, pues estos contienen las
mayores concentraciones de la toxina. (14, 15,16)
Varios autores hacen alusión a la necesidad de que los pescadores y
compradores obtengan información sobre la zona de extracción de las
colectas, con el fin de poder determinar el potencial de contaminación de
los peces. (17-19) Se debe tener en cuenta la guía de control de peligros en
los productos pesqueros, que contiene orientaciones sencillas para
identificarlos y poner en marcha estrategias de control de los mismos.
(17-19)
Los autores consideran que una de las medidas preventivas la constituye
evitar el consumo de peces grandes, vísceras, huevos y cabeza, debido a que
en estas partes existe mayor concentración de ciguatoxinas. De igual manera
deben evitarse los peces procedentes de zonas sospechosas de estar
contaminadas con microalgas.
Friedman et al. (5) define la pauta de tratamiento con un diurético osmótico
con manitol vía parenteral para el alivio de los síntomas. La hidratación es
otro de los pilares de tratamiento para reponer las pérdidas ocasionadas por
los vómitos y diarreas. Estos resultados se encuentran en correspondencia
con los obtenidos por los autores del presente estudio.
La prevención de la ciguatera es una cuestión de salud pública, de manera
que debe establecerse un sistema de vigilancia que registre los distintos
eventos. La adecuada notificación de los casos y la retirada del producto
contaminado evitaría que se produzcan más intoxicaciones. (20-22)
Una de las limitantes de la presente investigación es que al tratarse de un
estudio descriptivo no permite establecer asociaciones. No obstante, los
resultados servirán de material de consulta y de referente para otros
investigadores.
CONCLUSIONES
Se caracterizaron a pacientes pediátricos atendidos por intoxicación
alimentaria con ciguatoxinas en el Hospital Pediátrico Docente Provincial
“Dr. Eduardo Agramonte Piña” de Camagüey, durante el perÍodo de enero de
2012 a diciembre de 2022. Prevalecieron los pacientes en la edad pediátrica
avanzada, sexo masculino, asociado al consumo barracuda, y presencia de
alteraciones gastrointestinales que requirieron tratamiento sintomático.
CONTRIBUCIÓN DE AUTORÍA
Isabel María Vallina López: Conceptualización, curación de datos, análisis
formal, investigación, metodología, supervisión, validación, visualización,
redacción-borrador original y redacción-revisión y edición.
Rolando Rodríguez Puga: Curación de datos, metodología, redacción-borrador
original y redacción-revisión y edición.
Yoánderson Pérez Díaz: Análisis formal, metodología, redacción-borrador
original y redacción-revisión y edición.
María Emilia Navarro Huertas: Análisis formal y validación, y
redacción-revisión y edición.
Tamara Rodríguez Fuentes: Redacción-revisión y edición.
FINANCIACIÓN
No se recibió financiación.
CONFLICTOS DE INTERESES
Los autores declaran no tener conflictos de intereses.
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